¿Quieres jugar? Está bien, juguemos.
Pero esta vez vamos a jugar sin la gran ventaja que tenías en las últimas partidas: saber que al final de la partida, ganaras o perdieras, tarde o temprano, iba a volver a por ti, a empezar una nueva partida en la que al final
Pero, ¿qué se siente ahora que sabes que esa ventaja no la vas a tener nunca más? Porque, ¿sabes? Soy como uno de esos anuncios de las paredes. Uno de esos en los que cuelgan un número limitado de papelitos que, cuando se gastan, ya has perdido tu oportunidad. Y pensarás: "¿Cómo he llegado a tener el papelito en la mano y no he conseguido llamar al número?"
Pues ahora te has quedado sin papelito y sin número. Se acabó. Y si tengo que jugar sucio, ten por seguro que lo haré. Porque al fin y al cabo, es la última partida, ¿no?
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