Tal vez por estar soñando anticipadamente cada momento que podríamos tener juntos, nuestro primer beso, por dar rienda suelta a mi imaginación y pensar, mientras escuchaba mi canción favorita, aquellas risas, miradas y te quieros que nos intercambiaríamos al día siguiente. Quizá por eso, por descubrir aquellos regalos en el antiguo armario de la habitación de invitados, me cansé de ti. Porque luego, cuando de verdad ocurrían todos aquellos instantes que mi mente había maquinado, tan sólo se trataban de una serie de déjà vues para mí.
sábado, 30 de julio de 2011
Me cansé de ti, no contigo.
Una vez, de niña, encontré los regalos que había pedido en la carta que había escrito días antes del día de Navidad. Al principio, sentí un escalofrío lleno de alegría que me recorrió todo el cuerpo de pies a cabeza; porque, a pesar de que ya sabía quién compraba esos regalos, siempre me quedaba aquella ingenua ilusión. Pero luego, cuando llegó el momento de recibir todas aquellas cosas, no sabía qué sentir. No me acordaba de aquellas chispas que saltaban de mis ojos al descubrir la pulsera que vi en aquella tienda, ni si quiera me salía aquella improvisada sonrisa. Supongo que por eso dicen que en el momento en el que descubres una sorpresa antes de que te la den, se pierde absolutamente toda la magia que ésta conllevaba. Quizá por eso me cansé contigo. No, para; de ti.
Tal vez por estar soñando anticipadamente cada momento que podríamos tener juntos, nuestro primer beso, por dar rienda suelta a mi imaginación y pensar, mientras escuchaba mi canción favorita, aquellas risas, miradas y te quieros que nos intercambiaríamos al día siguiente. Quizá por eso, por descubrir aquellos regalos en el antiguo armario de la habitación de invitados, me cansé de ti. Porque luego, cuando de verdad ocurrían todos aquellos instantes que mi mente había maquinado, tan sólo se trataban de una serie de déjà vues para mí.
Tal vez por estar soñando anticipadamente cada momento que podríamos tener juntos, nuestro primer beso, por dar rienda suelta a mi imaginación y pensar, mientras escuchaba mi canción favorita, aquellas risas, miradas y te quieros que nos intercambiaríamos al día siguiente. Quizá por eso, por descubrir aquellos regalos en el antiguo armario de la habitación de invitados, me cansé de ti. Porque luego, cuando de verdad ocurrían todos aquellos instantes que mi mente había maquinado, tan sólo se trataban de una serie de déjà vues para mí.
viernes, 22 de julio de 2011
jueves, 21 de julio de 2011
Vas a desear no haberme conocido nunca.
"Puede que vuelva a caer en tu trampa, porque nunca aprendo y siempre caigo". Eso dije la última vez y no me equivocaba, de hecho, ya ves, aquí estoy, quitándome el polvo de mi última caída. De LA última caída. Porque no pienso dejarme enredar otra vez en tu telaraña. No, ya no.
¿Quieres jugar? Está bien, juguemos.
Pero esta vez vamos a jugar sin la gran ventaja que tenías en las últimas partidas: saber que al final de la partida, ganaras o perdieras, tarde o temprano, iba a volver a por ti, a empezar una nueva partida en la que al finalsiempre iba a volver, una y otra vez..
Pero, ¿qué se siente ahora que sabes que esa ventaja no la vas a tener nunca más? Porque, ¿sabes? Soy como uno de esos anuncios de las paredes. Uno de esos en los que cuelgan un número limitado de papelitos que, cuando se gastan, ya has perdido tu oportunidad. Y pensarás: "¿Cómo he llegado a tener el papelito en la mano y no he conseguido llamar al número?"
Pues ahora te has quedado sin papelito y sin número. Se acabó. Y si tengo que jugar sucio, ten por seguro que lo haré. Porque al fin y al cabo, es la última partida, ¿no?
¿Quieres jugar? Está bien, juguemos.
Pero esta vez vamos a jugar sin la gran ventaja que tenías en las últimas partidas: saber que al final de la partida, ganaras o perdieras, tarde o temprano, iba a volver a por ti, a empezar una nueva partida en la que al final
Pero, ¿qué se siente ahora que sabes que esa ventaja no la vas a tener nunca más? Porque, ¿sabes? Soy como uno de esos anuncios de las paredes. Uno de esos en los que cuelgan un número limitado de papelitos que, cuando se gastan, ya has perdido tu oportunidad. Y pensarás: "¿Cómo he llegado a tener el papelito en la mano y no he conseguido llamar al número?"
Pues ahora te has quedado sin papelito y sin número. Se acabó. Y si tengo que jugar sucio, ten por seguro que lo haré. Porque al fin y al cabo, es la última partida, ¿no?
miércoles, 20 de julio de 2011
Que te vaya bonito, A.

jueves, 14 de julio de 2011
Porque sin ti no... ¡Sí! ¡Claro que puedo vivir!
Dejando atrás filosofías absurdas, frases inciertas, consejos que no llevan a ningún sitio y, sobre todo, dejándote atrás a ti. ¿De veras merece la pena seguir fingiendo que algún día va a pasar algo de lo que segundos y un par de miradas más tarde nos arrepintamos? Quizá... No, qué va. Porque, al igual que la moda de los colores flúor, la idea de querer seguir con esto, es algo pasajero y que, además, debe acabar ya para que el resto de la cinta de vídeo se siga reproduciendo.
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