viernes, 11 de noviembre de 2011

Habrá que esperar para que vuelvas a ser la segunda persona del singular de la historia de mi vida.

Sé que sólo se trata de segundos, minutos como mucho. Pero durante ese fragmento de tiempo, soy capaz de sonreír y llorar a la vez. Las lágrimas corren por la mejilla, sí, pero la sonrisa se asoma, tímidamente, pero aparece. Porque para recordarte eso es exactamente lo que tengo que hacer. Reír. Llorar. En algún momento del camino los recuerdos se quedarán en su sitio, justo a tiempo para que sean desechados, porque, al final, todos serán reemplazados por otros nuevos, pero hasta que eso pase... Seguiré teniendo momentos de debilidad.
Es verdad que, de tanto contar, he perdido la cuenta de las veces que me has hecho daño, que me has mentido, por muy duro que suene, o que hemos discutido. Pero también es cierto que me es imposible llevar la cuenta de las veces que me has mirado y has hecho que se dibuje una sonrisa en mi cara, las veces que hemos hablado durante horas de cosas tan inútiles que perdíamos la noción del tiempo, he perdido la cuenta de los 'te quieros' que nos dijimos y de los momentos graciosos a tu lado.
Pero todo pesa. Al final, no sé si la balanza se inclina hacia lo bueno o hacia lo malo, pero sé que los dos lados están llenos. Estoy segura de que con el tiempo, madurarás y dejarás de ser un cabrón; pero hasta entonces... Hasta entonces la balanza seguirá guardada en el trastero de las historias que deben esperar de mi vida. 

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